Nuestra vida es importante

?Moisés dijo al pueblo: Habéis cometido un pecado gravísimo; pero ahora subiré al Señor a expiar vuestro pecado. Volvió, pues, Moisés al Señor y le dijo: Este pueblo ha cometido un pecado gravísimo, haciéndose dioses de oro. Pero ahora, o perdonas su pecado o me borras del libro de tu registro?. ¡Qué cambio ha dado Moisés! Se ofrece él solo por el pueblo. No tiene reparo en echarles en cara su conducta y hacerles beber el becerro de oro, pero al día siguiente se ofrece como expiación. Un santo sacerdote, ya difunto, cada noche, al cerrar la Iglesia, se quedaba un rato solo ante el sagrario pidiendo por toda su parroquia y antes de irse a cenar bendecía a todos sus feligreses. Murió mayor y ?con las botas puestas?. Tal vez no pase a la historia de la Iglesia pero, sin duda, su nombre estará inscrito en el libro del Señor.

En ocasiones podemos pensar que nuestra vida es muy pequeña, muy poco importante, que poco podemos hacer para cambiar el mundo. pero la mirada de Dios es otra. 

?El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas?. ?El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, y basta para que todo fermente?. Tal vez no aparezca nuestro nombre el el directorio de la Iglesia Católica, a lo mejor casi nadie conoce nuestra vida, pero para la acción de Dios eso no es importante, Él hace lo que quiere con quien quiere y muchas veces pinta el cuadro de la salvación con pinceladas imperceptibles al ojo humano, pero que forman todo el cuadro. Por eso pensamos que nuestra vida es importante, no sólo por lo que hacemos, sino por lo que Dios hace por nosotros.

Pongámonos en manos de María y haremos de lo pequeño de cada día la gran obra de la Salvación de Dios.